Dice que Terrence Malick llevaba años en lo más alto de su panteón personal. Cuando estudiaba Psicología en Harvard, Natalie Portman (Jerusalén, 1981) descubrió una película llamada Días del cielo.“Me fascinó. Ha sido mi favorita desde entonces”, recordaba ayer en una suite de su hotel berlinés, a la que se presentó con sonrisa indeleble y ganas de conversar. Hace diez años, la actriz se atrevió a pedir una cita a ese cineasta esquivo que había marcado sus años universitarios. “Aceptó conocerme y seguimos en contacto varios años, hasta que me llamó y me propuso esta película”.
Portman conoce bien el mundo que esboza la película. Lleva actuando desde los 12 años, cuando debutó en El profesional (Léon). “Cuando empiezas tan joven, se te acaba curtiendo la piel. Estás acostumbrada a escuchar tantos piropos desmedidos como horrores sobre tu persona. Al final, acabas por no creerte nada”, asegura la actriz, que se hizo con el Oscar en 2011 por su papel en Cisne negro. “Fue bonito, pero al día siguiente regresé a la vida real”, sostiene. “Cuando alcanzas lo que los demás definen como éxito, confiando en que todo será genial cuando lo consigas, te das cuenta de que nada cambiará. No es algo que te llene o te complete, lo que para muchos resulta desconcertante. Esa plenitud la encuentras en otras cosas. Ya sabe, esos clichés…”. Obligada a precisar cuáles, agrega: “La hallas en tu relación con tus amigos y familiares. Pero también con los extraños. Tu forma de interactuar con un desconocido resulta clave”.
Los personajes de Malick se encuentran a la deriva. Buscan consuelo en el amor, en los excesos nocturnos, en la oración religiosa y las cartas del tarot. Se buscan sin encontrarse, se refugian en la vida familiar y se clavan tenedores en la piel para poder sentir algo. Portman parece más centrada que todos ellos juntos. En los últimos cinco años, se ha casado, ha tenido un hijo y se ha mudado a Francia, donde su pareja, el coreógrafo Benjamin Millepied, dirige la Ópera de París. “Todo ha cambiado tan rápido que me he dado cuenta de que no puedo controlar el futuro. Lo mejor es vivir el instante, guiarte por tus pasiones y estar abierto a lo que pueda suceder”, concluye la actriz antes de desaparecer. “Igual que en una película de Malick”.
OPINIÓN PERSONAL: Trata sobre una actriz famosa que argumenta porqué la fama y el éxito no la llenan. Comenta que es algo en parte absurdo, porque realmente es absurdo que te conozca tanta gente por quien eres en las películas, y no por quien eres realmente. Ella prefiere a su familia, amigos, pareja, cualquier cosa que sea de una vida "normal".
Con este artículo he reflexionado que la fama y el dinero no da la felicidad, sino las cosas que día a día tenemos todos; me he dado cuenta de que no sirve de nada envidiar a famosos por ser conocidos, porque todo el mundo los quiera, ya que quieren a la chica guapa o el chico más guapo aún que sale en la película, no a quien es en realidad.
Me ha gustado este artículo y lo veo muy interesante y realista.
RELACIÓN CON MANRIQUE: Jorge Manrique es el autor de una de las obras más importantes de la lírica española: las Coplas, escritas a la muerte de su padre. Este señor siempre hace coplas sobre que todos, seamos ricos o pobres en la vida, acabaremos muriendo. También señala términos como "Tempus Fugit" o "Carpe Diem". Entonces lo podemos relacionar con esta noticia, ya que ella habla sobre vivir el momento, que el tiempo vuela y que aquí nada es eterno.
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